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A inicios de agosto, un pescador dominicano encontró un bote de 40 pies eslora con varias osamentas, alertando del hallazgo a las autoridades de la Armada Dominicana.
De acuerdo con una nota del organismo naval, sus unidades de reacción lograron localizar dicha embarcación, en ese momento, de fabricación y origen desconocido a aproximadamente 10 millas náuticas de la costa de Río San Juan, provincia María Trinidad Sánchez.
Tras varias investigaciones, se determinó que los restos óseos corresponden a personas procedentes de África, concretamente de Senegal y Mauritania, según se desprende de la documentación hallada junto a los cuerpos, explicaron a la prensa representantes de la Defensa Civil, cuerpo que trabaja en el caso junto a efectivos de diversas instituciones.
Este sábado se informó que el cayuco (barcaza) que apareció el 6 de agosto en la República Dominicana con los restos de 14 cadáveres había salido de Mauritania, África, seis meses y medio antes, el 22 de enero, con 77 migrantes varones a bordo, cuatro de ellos de menos de 16 años, lo que deja la duda de que habría pasado con los otros 66 migrantes. ¿Llegaron a su destino?, ¿perecieron en el mar?
Son datos recopilados por la ONG española Caminando Fronteras tras ponerse en comunicación con los parientes de los jóvenes senegaleses Yankhoba Tall y Sidane Wade y el mauritano Abdouyale Yebba, los titulares de las tres cédulas de identidad legibles que se recuperaron junto a los cadáveres.
Y también con las familias de otros jóvenes que dicen tener constancia de que se embarcaron con ellos rumbo a las islas atlánticas españolas de Canarias, que sufren día tras día una fuerte presión migratoria desde el continente africano.
Otros Hallazgos
Además, en la embarcación se halló una mochila que contenía 12 paquetes de una sustancia, presumiblemente cocaína o heroína, que fue incautada y entregada a miembros de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) para los procedimientos correspondientes, informó la Armada en un comunicado de prensa.
A la deriva sin agua potable
«Lo primero que les choca las familias es cómo han llegado hasta allí», detalló Maleno, que tuvo que explicar a varios parientes que no es la primera vez que las corrientes y el viento arrastran a un cayuco hasta América, una deriva a la que nadie sobrevive.
Ya ocurrió en abril en el norte de Brasil, en la costa de Pará, donde unos pescadores encontraron otro cayuco mauritano con nueve cadáveres e indicios de que al menos iban 25 personas. En ese caso se recuperaron algunos documentos de Mauritania y Malí.
«Lo segundo que se preguntan es dónde está el resto de los cuerpos. Si iban a bordo 77, ¿dónde están los demás?», añade la activista española.
Maleno conoce bien la respuesta: mientras pueden, los supervivientes arrojan al mar a los que han muerto hasta que no queda nadie con fuerzas o con vida.
En abril, esta ONG española reportó que una veintena de cayucos mauritanos con unos 1.500 ocupantes habían desaparecido en el Atlántico solo el primer trimestre del año. En este momento, está pendiente del paradero de cuatro que salieron los días 13 y 16 de agosto de Nuakchot y Nuadibú con 279 personas en total.
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