La muerte de una residente de medicina en Colombia, que se quitó la vida porque presuntamente no soportó el maltrato y las humillaciones de sus superiores, ha abierto una polémica en el país donde estudiantes y médicos denuncian que esas prácticas son habituales en la formación universitaria.
La víctima en este caso fue la médica Catalina Gutiérrez Zuluaga, que realizaba su primer año de posgrado como residente de cirugía general en la Universidad Javeriana.
«A todos los residentes, gracias. De cada uno me llevo muchas enseñanzas. Siempre los llevaré en mi corazón. Ustedes pueden. Ánimo. CGZ», dice una nota dejada por la joven médica.
La Universidad Javeriana dijo este domingo en un comunicado que «revisará e indagará sobre la existencia de situaciones que no estén en línea con nuestro modo de proceder y tomará las medidas que sean necesarias para garantizar el bienestar de la comunidad javeriana«.
«Es un acontecimiento muy duro para nuestra comunidad educativa, que nos llama a reflexionar profundamente, y con humildad, sobre la cultura y los modos de proceder en la formación de nuestros médicos especialistas», agregó la institución en el comunicado emitido sobre «la triste noticia del fallecimiento de nuestra residente de cirugía Catalina Gutiérrez Zuluaga».
El mensaje añade que «la formación médica es retadora y desafiante y que en algunos casos implica mucho estrés y presión por las responsabilidades que conlleva», razón por la cual a partir de la próxima semana la universidad comenzará reuniones con profesores y «espacios de diálogo» con los médicos residentes «para establecer la mejor linea de acción».
DENUNCIAS DE ABUSOS
Tras la muerte de la médica, muchos profesionales que pasaron por situaciones similares han publicado en las redes sociales cartas en las que denuncian que eran sometidos a humillaciones y abusos laborales.
Algunos señalan que se les obligaba a cumplir jornadas de hasta 20 horas diarias durante semanas enteras, se les castigaba delante de sus compañeros sin justificación alguna y se les ponían tareas que no estaban relacionadas con sus estudios, lo que en algunos casos los llevó a abandonar su sueño de convertirse en especialistas.
Por su parte, el estatal Instituto Nacional de Salud (INS) lamentó «profundamente el deceso de la doctora Catalina Gutiérrez y las condiciones en las cuales se produjo».
Igualmente, hizo «un enérgico llamado para que se ponga fin a hechos y conductas que puedan constituir cualquier tipo de acoso en la formación quirúrgica en Colombia».
También instó a las instituciones de formación y educación médica y especializada «para que se adopten medidas para reducir la prevalencia de estas conductas».
La junta directiva del Colegio Médico Colombiano también lamentó «la tragedia de la muerte» de la médica y dijo que es «vital» promover «un ambiente de respeto» en estos entornos para que «la educación médica no sea sinónimo de sufrimiento y desgaste emocional».
«Todos debemos trabajar juntos para asegurar que nuestros futuros médicos se formen en un entorno saludable y solidario que les permita alcanzar su máximo potencial sin poner en riesgo su salud mental y emocional», dijo el Colegio Médico Colombiano en un comunicado.